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La oración y el Espíritu Santo



Día 9. Ore porque Dios le permita hacer su voluntad para tener una verdadera amistad con Jesucristo. Su primer amigo y compañero es Cristo. “Ustedes son mis amigos si hacen la voluntad de mi Padre”. De su relación con El depende la forma en que puede mirar y amar a las personas que le rodean. Cualquier esfuerzo que haga por tener compañerismo con cualquier persona aquí en la tierra será vano si no está cimentado en su compañerismo con Jesucristo. Lea Juan 15:12-17


La oración y el Espíritu Santo


Nuestro Señor, pronuncia un discurso sobre la oración. La Oración del Señor comienza con el reconocimiento de la Paternidad de Dios, y sobre esta base, el Señor construye una garantía de la eficacia de la oración. Lc. 11:1-4.


¿Quién de ustedes que es padre le dará a su hijo una serpiente por un pez o un escorpión por un huevo? Si entonces, malvados como sois, sabéis cómo dar a vuestros hijos regalos que son buenos, cuánto más el Padre que es del cielo dará Espíritu Santo a los que le pidan? Lc 11:11-13.


El Espíritu Santo, en San Lucas, se interpreta a la luz del don pentecostal. Él expresa la gran verdad de que el Reino de Dios como un poder interno es idéntico a la obra del Espíritu de Dios.


El Espíritu Santo es el don especial de inspiración, el Espíritu de profecía. En San Marcos 12:36, se cita al Salmo 110:1: “Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies”. Se acepta el principio general de que el Espíritu Santo habló por los profetas y los salmistas, es decir, que sus mentes, como profetizaron, fueron elevadas por encima de su nivel natural por un don Divino.


Con esta aceptación de la inspiración del salmista podemos comparar la promesa del Señor de una inspiración similar a sus seguidores en ciertas circunstancias Mt 10:17-20, conectado con su futura misión. Cuando fueren llevados al juicio, entregándote a los tribunales, no se preocupen de antemano de lo que hablarán, pero lo que sea que se les dé en esa hora, esto hablen; porque ustedes no son los que hablan, pero el Espíritu Santo habla por ustedes.


¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

(Lc 11.13b).


Esta no es una promesa general de inspiración, ni afirma la inspiración de los escritores del Nuevo Testamento; ni siquiera predice el surgimiento de un orden de profetas del Nuevo Testamento. Pero garantiza a los confesores cristianos, en el momento de necesidad, la presencia de un Abogado, quien hablará por nuestra boca tan verdaderamente como lo hizo por boca de David o Isaías.


A la luz de este texto, reflexionemos acerca del contenido de nuestra oración.

¿Cuál sería una oración cristiana?

¿Qué relación encuentra entre la Paternidad de Dios y el don del Espíritu Santo?

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